Una Historia De Mulgore

Una Historia De Mulgore

NotaAutor: Tewanim » Viernes, 08 Abril 2011, 20:01

Hola! en primer lugar quiero saludar a los miembros de "La Espada de Alamut" que conozco (Erinias, Vitcha y Nymes) a Betizu, y a continuación a toda la gente de "La panda del Centollo". La verdad es que no tenía en mente ponerla "en público", pero una amiga me ha convencido xD ¡espero que os guste!

Prólogo:
"Esta es una pequeña historia, una historia como otras miles que suceden en un mundo en el que sólo sobreviven los más fuertes, pero esta tiene algo de especial...porque es la mía"


Capítulo 1:

Era una mañana de verano como otra cualquiera, en la que un perezoso sol intentaba esforzarse por levantar la niebla. A pesar de todo, en la distancia se podían ver unas pequeñas figuras en la orilla de un lago. Dos jóvenes tauren estaban sentados en una gran roca mientras cerca una montura kodo pastaba tranquilamente. El mayor de ellos tenía una piel rojiza como las montañas de los baldíos y era particularmente corpulento para su edad, mientras que el segundo, más pequeño, tenía una piel negra y brillante como una noche de verano, con dos grandes trenzas que caían por sus hombros. Ambos compartían unos ojos azules tan claros como un cielo de invierno sin nubes.
Justo en frente de ellos, en la orilla, había un par de cañas clavadas en la tierra. De repente una se movió y rápidamente el más pequeño de ellos se abalanzó sobre ella.

- ¡Hermano! ¡Ayúdame! ¡Ha picado otro!
- ¿Cuándo vas a aprender a cogerlos tu mismo?
- ¡Callate y échame una mano! ¡como se me escape se lo diré a madre al volver a casa!

El tauren más grande se agachó en la orilla observando cuidadosamente el hilo.
- Está bien…tráelo despacio…así, muy bien, despacio…ya casi… ¡lo tengo!
Al escuchar eso el joven pescador arrojó la caña al suelo y se acercó nervioso.
- ¿Qué es? ¿Qué es? ¿Un pargo?
- Lo siento pero no, es un pececito luminoso, ¡te sigo llevando la delantera!
El pequeño tauren se sentó en el suelo y cruzó los brazos enfadado.
- ¡Bo! No es justo, siempre pescas más que yo…
- Eso es porque soy mayor que tu hermanito, ¡la experiencia en la pesca es lo más importante! – Dijo sonriente el mayor mientras posaba su mano sobre la cabeza de su hermano como tantas otras veces había hecho.
- Oye Lootah… ¿Cuándo volverá padre a casa?
- No lo sé… las partidas de caza suelen retrasarse… de todas formas no deberían tardar más de un día o dos, ya llevan 5 días fuera del campamento.
- Umm- dijo el pequeño pensativo, y entonces se levantó enérgicamente y añadió -¡Venga! ¡Tenemos que pescar mucho para que padre este orgulloso de nosotros cuando vuelva!
El hermano mayor asintió sonriente y continuaron con su labor.

Y así fue pasando la mañana mientras el sol subía en el cielo y los dos jóvenes tauren iban llenando la cesta de peces poco a poco hasta que llegó el mediodía y la hora de regresar a casa.
- Vamos Kato, recoge tus cosas, ¡es hora de regresar!
- ¡Vale! ¿Cómo ha quedado el marcador final?
- Lo siento, te he vuelto a ganar, yo llevo 5 pargos y 6 pececitos, y tú has pescado 2 pargos y 5 pececitos.
- Maldita sea… mañana te ganaré, ¡lo juró!
Lootah se quedo un momento callado observando la valiente afirmación de su hermano menor, suspiró y dijo sonriente:
- Llevas toooodo el verano diciendo lo mismo, venga, ¡monta! Nos vamos.
Los jóvenes tauren se pusieron rumbo al sur, dejando atrás el lago y con las imponentes montañas de Mulgore a su izquierda, ambos iban charlando despreocupadamente, hasta que en un momento dado Kato preguntó:
- Oye… pronto tendrás que hacer la prueba, ¿no? La que todos tenemos que superar para poder ser adultos, y que te den tu nombre de adulto, tu auténtico nombre ¿no?
- ¡Así es! – Contestó Lootah despreocupado – Supongo que el verano que viene, eso suele ser lo más normal, entonces tendré la edad.
Kato se quedó pensativo y respondió.
- No tendrás ningún problema… eres muy fuerte, el más fuerte de todos los chicos, ¿recuerdas cuando Ahdik intentó robarme los huevos de aguilón que había encontrado? Lo derribaste en un instante sin esfuerzo, ¡y eso que es dos años mayor que tú!
- Si, lo recuerdo, pero no lo vuelvas a decir, ¡madre me mataría si se entera!
- En cambio… - prosiguió Kato - yo no destaco en nada, ni siquiera puedo pescar yo solo…
Lootah detuvo al kodo y se volvió hacia su hermano.
- ¿Eso te preocupa? No tienes por qué, ¡aún eres demasiado pequeño! Y no digas que no destacas en nada, todo el poblado sabe que has heredado la habilidad innata de madre para encontrar y reconocer las hierbas que nos son útiles. Y para el resto, no desesperes, ¡todavía te quedan muchos veranos para practicar!, ¿o crees que yo siempre supe pescar o cazar? Mira, te prometo una cosa, mañana te enseñare a coger los peces, pero de verdad, ¿eh? ¡asique tendrás que esforzarte! ¿vale? ¡Es una promesa!
- ¡Vale! ¡una promesa! – Respondió Kato emocionado.
Los dos hermanos continuaron su travesía, entonces Lootah se detuvo un instante y observó el cielo.
- ¿Qué pasa? ¿por qué te detienes? – Preguntó el pequeño Kato con curiosidad.
- Buitres, parece que se están reuniendo.
- ¿Podría ser padre? ¡Tal vez han cazado algo cerca!
- Hay algo que no me cuadra… ¡espera! ¿lo ves? ¡hay una columna de humo!

Lootah señaló hacia el norte donde efectivamente se podía ver una gran columna de humo bajo la posición donde los buitres se estaban reuniendo. Lootah permaneció un instante en silencio - Escucha hermanito, vuelve al campamento, avisa a madre de lo que hemos visto, yo voy a investigar - mientras cogía varias cosas de las bolsas que colgaban a ambos lados del kodo, Kato logró distinguir un hacha.
- Pero… - Kato estaba asustado- ¿Vas a ir tú sólo? ¿No sería mejor volver a casa?
- La mayor parte de los adultos están de caza lejos del campamento, además, si hay alguien herido tardaríamos demasiado en ir y volver, llegaríamos demasiado tarde. ¡No te preocupes! sólo voy a investigar un poco.
- Pero… -Kato seguía sin terminar de convencerse.
- Escucha hermanito – dijo Lootah muy serio, tan serio como nunca Kato lo había visto en su vida - puede que alguien necesite ayuda y es nuestra obligación como tauren ayudar a todos aquellos que lo necesiten, es lo que padre y madre siempre nos han enseñado, venga, ¡vete!


Y así Kato prosiguió el camino de vuelta a casa montado en el kodo mientras observaba como su hermano Lootah se alejaba sólo hacia el norte.
Más tarde Kato llegó al campamento, en cuanto bordeó la primera tienda de la nada saltaron dos pequeñas niñas gemelas. Tenían una piel clara con manchas de color rojizo y unas largas melenas oscuras que casi tocaban el suelo.
- ¡Kato! ¡Kato! ¿Cómo llegáis tan tarde? ¡Os habéis perdido la comida! ¡Madre está furiosa!
Y la segunda añadió:
- ¡Furiosa furiosa! ¡Ha dicho que os iba a meter en una olla en cuanto llegarais! ¡Así no volveréis a llegar tarde a la comida!
Kato les respondió:
- ¡Leotie! ¡Lomasie! ¿Está madre en casa? tengo que hablar con ella, ¡rápido!
- Si si, ¡está en casa! Oh, ¿qué haces sólo? ¿Dónde está Lootah? ¿Se ha parado a recoger unas flores para sus hermanitas? ¿nos va dar una sorpresa? – dijo Leotie sonriente.
- ¡No tengo tiempo para explicaciones! – y Kato expoleó al kodo que respondió con un sonoro bramido.
Kato entró corriendo a la gran tienda que pertenecía a su familia, y lo primero que se encontró fue a su madre de frente. La madre de Kato se llamaba Umi (que significa Vida) y era hermosa, al menos lo que se considera hermosa para un tauren, era más alta que muchos varones, con una larga melena azabache que cubría toda su espalda y unos ojos verdes como la hierba fresca de primavera. Pero por encima de todo, la madre de Kato era respetada por su sabiduría, por su profundo conocimiento de las hierbas y los remedios que se pueden crear a partir de ellas. Muchos creían que sus ojos podían ver cosas que estaban por suceder, o que estaban sucediendo muy lejos. Esos mismos ojos, eran los que en ese momento se clavaron en el joven tauren convirtiéndolo en piedra al instante.
- ¡Kato! ¡dame una sola razón para que no te castigue hasta que llegue el invierno a tu cabello! ¿Y dónde está tu hermano?
Entonces Kato rompió a llorar y entre sollozos le contó a su madre lo que había sucedido, los buitres, la columna de humo, y como Lootah había partido sólo hacia el norte. Umi se sentó un momento y dijo para sí misma.
- Este hijo mío… por la madre tierra, ¿por qué tiene que ser tan condenadamente parecido a su padre?
- ¿Qué vamos a hacer madre? – respondió Kato.
- Confiar en él – contestó su madre convencida – Tu hermano es fuerte y sabio para alguien de su edad. No obstante… Kato, ve a buscar a Anoki, el chaman del poblado, tengo que hablar con él.
Kato fue a la tienda de Anoki el chamán. Anoki era un chamán joven que hacía poco que se había unido al clan de Kato, era un poco frío y distante pero siempre estaba ahí cuando realmente se le necesitaba. En cuanto Kato le dijo que su madre necesitaba hablar con él con urgencia intuyó que sucedía algo serio.
Tras regresar a la tienda Umi le contó a Anoki lo sucedido. Anoki se quedó pensativo, su rostro reflejaba incertidumbre.
- En verdad es algo serio… hablaré con los espíritus y les pediré que protejan al joven Lootah. Ahora debo retirarme.
El día paso lentamente para madre e hijo, Umi le pidió a Kato que no le contase nada a sus hermanas, no fueran a preocuparse mientras esperaban pacientemente el regresó de su hijo. Al atardecer Anoki regresó a la tienda y los tranquilizó al decirles que los espíritus de los ancestros le habían dicho que Lootah estaba bien, que regresaría esa misma noche a casa y esperó con ellos su regreso. Y efectivamente, a la medianoche de ese mismo día Lootah regresó al poblado, estaba completamente agotado, mientras comía y bebía Lootah les contó lo que había descubierto.

- Tras separarme de Kato fui en dirección norte procurando no acercarme demasiado a las colinas. La columna de humo negro nacía donde la orilla del lago vira hacia el oeste. Encontré los restos de una caravana de mercaderes, había muchos cadáveres alrededor. Al parecer los mercaderes eran goblins que iban o volvían de Cima del Trueno y cayeron en una emboscada. El número de defensores debía ser mucho mayor que los muertos que encontré por el tamaño de la caravana, asique supuse que habían hecho unos cuantos prisioneros. Busque algún rastro hacia las montañas y encontré uno en dirección norte, había huellas de goblin y de humano…tal vez las de goblin eran de los prisioneros o también hubo goblins entre los atacantes… no lo sé. Seguí el rastro hacía la Roca Roja pero al cabo de unas horas tuve que dar media vuelta, no tenía comida ni agua, y no podía arriesgarme a pasar la noche sólo tan cerca de las colinas, de modo que decidí volver.
Mientras contaba la historia Anoki y Umi tenían una mirada seria, mientras que Kato estaba completamente maravillado de su hermano, en aquel momento decidió que algún día seria un tauren tan fuerte y sabio como él.
Pero no fue el único que regresó al poblado aquella noche, la partida de caza que dirigía su padre regresó poco después. Su padre se llamaba Mahkah, era un tauren grande y fuerte (incluso para la medida de los tauren), de joven había sido un gran guerrero que había luchado en la guerra. Al menos eso había escuchado el pequeño Kato, aunque no comprendía muy bien que era una “guerra”, su hermano mayor le explicó que es algo muy malo que sucede cuando mucha gente se pelea a la vez. Pero a Kato no le convencía, no sabía qué razón podía haber para que tanta gente luchase a la vez. Cierto que los tauren nómadas en ocasiones tenían que pelear contra animales salvajes o ladrones, pero Lootah le explicó que era algo completamente diferente.
Además su padre no ayudó a aclarárselo, nunca hablaba de su pasado con nadie, ni siquiera con sus hijos, pero Kato recordaba cómo una vez hace mucho tiempo se habían quedado solos en casa y entre él y Lootah abrieron un gran baúl de madera al que su padre les había prohibido acercarse, ¡que asustados estaban de qué los descubrieran! Al abrirlo encontraron una pesada armadura de metal, y debajo había dos enormes hachas de doble filo tan grandes y pesadas que sólo pudieron quitar una y entre los dos. Se maravillaron al imaginarse a su padre llevando una en cada mano en la batalla. Por supuesto devolvieron todo a su sitio y sus padres nunca los descubrieron, pero volvamos a la historia que nos ocupa ahora.

La llegada de los cazadores siempre se celebraba con una fiesta que duraba el resto del día, pero esta vez no hubo tiempo. Los acontecimientos requerían tomar una decisión rápida de modo que se llamó al consejo del clan que estaba formado por los tauren más fuertes y sabios. Levantaron una tienda en el medio del campamento donde se reunieron aquella misma noche.

- Debemos hacer algo –dijo Mahkah – no podemos permitir la presencia de ladrones de caravanas en nuestras tierras. Además, si tienen prisioneros es nuestra responsabilidad ponerlos en libertad, esa es la prioridad.
- Así es - respondió Umi – para honrar a los ancestros y a la madre tierra debemos ocuparnos de ellos, ¿pero cómo?
- Debemos enviar a un grupo de guerreros –añadio otro miembro – guerreros fuertes que puedan hacer frente a lo que se encuentren… ¡y les den una lección!
- He consultado con los espíritus mientras vosotros recuperabais fuerzas… -comentó Anoki – es su voluntad que el joven Lootah sea sometido a la prueba de madurez.
Umi se levantó rápidamente.
- ¡De ninguna manera! ¡Aún le falta un año! Además, ¡enfrentarse a toda una banda de ladrones sólo es algo demasiado difícil! Ni siquiera deberíamos enviar a uno de nuestros guerreros sólo.
Anoki se giró y miro a Mahkah.
- Hemos escuchado la voluntad de la madre, ¿qué dice el padre?
Mahkah permaneció un instante en silencio.
- La voluntad de los ancestros es que nuestro pueblo sea fiel a sus tradiciones… Lootah es joven, por ley tiene derecho a negarse hasta alcanzar la edad que le corresponde, este consejo no tiene autoridad para obligarle, ni siquiera yo como padre podría hacerlo aunque quisiera.
El resto de los miembros asintió. Umi respiró tranquila por un momento y volvió a sentarse. Pero Anoki continuó.
- Hay sabiduría en tus palabras Mahkah, no obstante, también es ley y tradición que un joven pueda pedir ser sometido a la prueba aunque le falte un año si esa es su voluntad, sin que consejo o tauren libre pueda impedírselo. Además, como bien has dicho, la prioridad ahora mismo es liberar a los prisioneros si los hay. Lootah no tiene porque enfrentarse sólo a esos asesinos, basta con que consiga liberar a los prisioneros. Yo os digo, llamemos al joven Lootah a este consejo, que él decida su destino.
Umi quiso negarse, pero sabía que el joven chamán tenía razón, la ley es la ley y nadie está por encima de ella. Finalmente el consejo llamó al joven Lootah. Con él de pie en medio del círculo del consejo, Mahkah empezó a hablar.
- Lootah, hijo de Mahkah y Umi, el consejo de tu clan ha decidido que alguien debe ir al campamento de esos asesinos, descubrir si tienen prisioneros y liberarlos tal y como nos exigen nuestras leyes. Anoki ha consultado con los espíritus y estos desean que esta misión sea tu prueba de madurez, no obstante, como bien sabrás todavía te falta un verano antes de tener la edad adecuada para probarte. Por tanto, ningún consejo o tauren libre puede obligarte a realizar la prueba, pero tampoco puede impedírtelo si decides tomarla libremente, ahora yo te pregunto, ¿deseas que esta sea tu prueba y realizarla?
Lootah contestó sin dudar.
- Para honrar a mis antepasados, si, acepto.
Se escuchó un murmullo de aprobación entre los miembros del consejo.
En ese caso – respondió Mahkah – prepara tus cosas, partirás al amanecer con la bendición del consejo y los antepasados, puedes retirarte. Lootah realizó una reverencia al consejo y se retiró. Umi no se lo podía creer, sabía que no podía oponerse, pero había algo que no le gustaba en todo este asunto.


Al cabo de un rato Lootah entró en la parte de la tienda que servía como cuarto a él y a Kato, cuando entró Kato estaba tumbado esperando por él.
- ¿Qué ha pasado? ¿por qué te ha llamado el consejo?
- Tengo que irme, el consejo lo ha decidido, es la hora de mi prueba, tengo que volver al norte y liberar a esos pobres mercaderes.
Kato se quedó perplejo.
- Pero… la prueba… tienes que ir tú sólo, ¿no? Pero… no vas a ir tu sólo, ¿verdad?
Lootah se acercó, y una vez más posó su mano sobre la cabeza de su querido hermano pequeño, como siempre hacía cuando quería tranquilizarlo.
- No te preocupes Kato, ¿no decías que era el tauren más fuerte? ¿eh?
- ¡Pero esto es distinto! ¡No estamos hablando de pescar! Y si…
- No sucederá nada, es la voluntad de los espíritus, ellos me protegerán, ¡venga! Ayúdame a prepararme, así aún tendré tiempo de dormir un poco ¡estoy agotado!
Kato estaba maravillado con su hermano, cada vez tenía más claro que algún día quería ser como él, fuerte, bondadoso e incluso…sabio, si es que a un tauren adolescente se le puede denominar así. Cuando terminaron Lootah se acostó para intentar recuperar fuerzas.


Al amanecer del día siguiente todo el clan estaba reunido para despedir a Lootah. Bueno, no todos, el pequeño Kato llevaba desaparecido desde que había terminado de ayudar a su hermano. Lootah estaba en el medio del poblado, rodeado por todo el clan. En primer lugar habló Anoki, el chamán.
- Hoy estamos reunidos para despedir al joven Lootah, que de forma libre y valiente ha decidido servir a su clan, ¡que la bendición de los espíritus recaiga sobre aquel que los sirve y honra!
Todos los presentes aplaudieron y vitorearon a Lootah. Cuando los aplausos cesaron fue el turno de su madre, se acerco a su hijo y acarició el pelo que caía sobre su rostro.
- Escúchame hijo, no tienes por qué hacer esto, nadie puede obligarte.
- Lo sé madre, pero es lo que deseo, deseo honrar a mis antepasados y que tú y padre estéis orgullosos de mí.
Umi sonrió y miró orgullosa a su hijo.
- Si lo que buscas es el orgullo y admiración de tus padres no tienes que ir a buscarlos a ninguna parte, porque ya los tienes – besó a su hijo en la frente – toma esto, es una poción de curación, si la necesitas no dudes en usarla, ¿me oyes?
- Tranquila madre, lo haré.
Entonces fue el turno de Mahkah, el padre, tenía un extraño bulto envuelto en paños.
- Parte con la bendición de tu pueblo hijo mío.
Lootah se emocionó por dentro, era la primera vez que su padre le decía “hijo mío”.
- Este es mi regalo para ti – Mahkah desenvolvió el bulto y todo el clan se sorprendió al ver una de las hachas que habían estado guardadas por tantos años - tómala, espero que te proteja como en el pasado me protegió a mí.
Lootah acercó las manos lentamente… en un primer momento dudó, pero la fuerza acudió a sus manos en cuanto toco el mango y la levantó con un movimiento rápido, con firmeza. Un murmullo de sorpresa y admiración se escuchó en el campamento, resultaba difícil de creer que un tauren tan joven tuviese fuerza para manejar un arma tan pesada y poderosa. Su padre sonrió. Lootah colocó el hacha en su espalda. Entonces llegó el turno de las pequeñas Leotie y Lomasie, habían hecho un pequeño collar de flores de paz, Lootah se agachó para que se lo pudieran poner en el cuello y le dieran a la vez un beso en ambas mejillas.
- ¡Suerte suerte! – dijeron a la vez – nos traerás un regalito cuando vuelvas, ¿verdad hermanito?
Lootah abrazó a sus hermanas con fuerza.
- Pues claro, pero no hay nada en la pradera tan hermoso como mis dos pequeñas flores, ¿verdad? – sus hermanas se rieron (Leotie significaba “flor de la pradera” y Leomasie “flor bonita”)- Por cierto, ¿y Kato? No lo he visto desde que hablé con él anoche.
- Lo sentimos Lootah – dijo Umi – está desaparecido desde que se enteró de todo esto, ya sabes que no le gusta estar separado de ti, no te preocupes por él, estará enfadado en cualquier parte.
- Entiendo, no pasa nada, ¡decidle que cuando regresé le enseñare a coger los peces con la mano!
Entonces Lootah montó su kodo y abandono el campamento entre los aplausos y gritos de ánimo de todos aquellos que había conocido y querido, todos excepto uno.


Al rato de abandonar el poblado Lootah tiró de las riendas de su kodo y se detuvo, suspiró y dijo en voz alta:
- Venga, ¡sal! Todavía no eres capaz de seguirme sin que me dé cuenta…
Entonces de detrás de una loma baja asomó la cabeza el pequeño Kato.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó Lootah contrariado.
- ¡Cuidarte! – respondió serio – me da igual lo que diga el consejo, ¡no te voy a dejar ir solo!
- ¿Entiendes que te has metido en un buen lío? ¿qué ahora debería llevarte de vuelta al poblado? ¿qué padre y madre, si es necesario, te atarán con una cuerda a un árbol hasta mi regreso?
- ¡Si! ¿y tú entiendes que rompería la cuerda a mordiscos si fuese necesario? ¿o me cortaría una pierna y te seguiría aunque fuese a la pata coja?
- Por los espíritus… - Lootah se llevó una mano a la cabeza y observó el rostro de su hermano. A diferencia de todas las otras veces que Kato había desobedecido a sus mayores esta vez había algo más que picaresca o curiosidad en la mirada de su hermano. Lo decía en serio, realmente le seguiría a donde fuese, aunque todo el mundo tratase de impedírselo.
- Está bien, pero con una condición, harás exactamente lo que yo te diga, sin peros que valgan, ¿entendido? Si no yo mismo te ataré a un árbol, ¡o te cortaré las dos piernas!
- ¡Trato hecho! – Kato le tendió la mano a su hermano mayor.
Y con un apretón de manos sellaron el acuerdo y se pusieron rumbo al norte. Cruzaron los restos humeantes de la caravana y continuaron a través del rastro que Lootah había seguido la noche anterior. Llegaron al punto donde Lootah había dado media vuelta y continuaron adelante.
- No sé cómo fuiste capaz de seguir este rastro al atardecer… ¡yo apenas veo nada y es de día!
- Son inteligentes, intentaron cubrir su rastro al retirarse…espera, ¿qué es esto?
Un poco más adelante había rastro de una batalla, algunos escudos hendidos y armas abandonadas, grandes manchas de sangre oscurecían el suelo por doquier pero extrañamente no había cadáveres.
- ¿Qué sucedió aquí? – pregunto Kato.
- No estoy seguro… parece que los ladrones fueron emboscados…o tal vez se pelearon entre ellos por el botín. Lo extraño es que no haya cadáveres, ¡mira cuánta sangre! Es imposible que alguien pueda perder tanta sangre y seguir su camino. Y además… ¿por qué llevarse los cadáveres? No hay rastro de ningún enterramiento por aquí.
- Si alguien los atacó… ¿quién?
- No lo sé, no consigo distinguir ninguna huella, están todas superpuestas y borrosas.
- ¡Mira! - Lootah se agachó y señalo al suelo- Un rastro, atacantes o defensores, alguien salió vivo de aquí. Fíjate, estas huellas… no estaban en el rastro de ayer, son enormes, hechas por algo grande y pesado.
- ¿Algún animal de carga? – pregunto Kato.
- No lo sé, nunca había visto unas huellas así, ¡continuemos!
El rastro seguía hacia el norte, a su izquierda se vislumbraba la silueta de Cima del Trueno. Ya era mediodía asique pararon para comer.
- ¿Eso es Cima del Trueno? – pregunto Kato emocionado.
- Así es, nunca has estado allí, ¿verdad?
- No, tú fuiste con padre antes de que se fuera de caza, ¿verdad? No me acordé de preguntarte, ¿cómo es?
- Es una ciudad muy bonita – respondió Lootah.
- ¿Ciudad? ¿qué es una ciudad?
- Mmm… es como un campamento, sólo que mucho más grande, con mucha más gente, y siempre está en el mismo sitio.
- ¿Siempre? ¿cómo? ¿No siguen a las manadas a lo largo del año?
- No
- Vaya ¿Qué aburrido no? Vivir siempre en el mismo sitio.
Lootah se rió con ganas.
- ¡Eso mismo pensé yo cuando la vi!
Kato casi se atragantó de la risa.
- Algún día te llevaré a Cima del Trueno –dijo Lootah- antes de que llegue el invierno, ¡es una promesa!
- ¡Una promesa!- respondió Kato feliz.
Tras terminar de comer continuaron con el viaje, la tarde transcurrió sin mayores contratiempos hasta que llegaron a la base de las montañas, en un lugar que los tauren conocen como Roca Roja. Siguiendo el rastro descubrieron un sendero que subía montaña arriba. Cuando ya habían dejado atrás las faldas de las montañas observaron una columna de humo cerca de la cima.
- Escúchame con atención Kato, es hora de que cumplas tu parte del trato. Nos ocultaremos hasta el anochecer, después yo subiré hasta la cima y haré lo que tenga que hacer, tú te quedarás aquí y vigilaras mi montura hasta que vuelva. Si al amanecer no he regresado coge mi kodo y regresa al campamento. ¿Lo has entendido?
- Si – respondió Kato cabizbajo.
- Por cierto –añadió Lootah – toma esto – y le dio el frasco que su madre Umi le había dado antes de despedirse.
- ¿Por qué me das esto? ¡es para ti!
- Precisamente, si lo llevo encima y tengo que pelear puedo romperlo. Cuídalo, puede que mi vida dependa de ello cuando vuelva, ¿entiendes? – Lootah sonrió y puso su mano sobre la cabeza de Kato - Pongo mi vida en tus manos.
Kato asintió.
Cuando la noche terminó de cubrir Mulgore con su manto de oscuridad Lootah se preparó para iniciar la marcha.
- Recuerda Kato, hasta el amanecer.
- Suerte hermano – Kato lo abrazo.
- No te preocupes, tengo que enseñarte a coger los peces, ¿recuerdas?
Kato sonrió, y Lootah comenzó a subir por el sinuoso sendero hasta que se perdió en la oscuridad. Avanzaba de la forma más silenciosa que podía, observó que el camino llegaba a una especie de repisa en la montaña. Anticipando que el sendero podía estar vigilado decidió dar un rodeo. Se metió entre unos arbustos y observó la luz de una hoguera, continuó acercándose, muy despacio. No parecía haber nadie haciendo guardia en los alrededores. En la lejanía se empezaron a escuchar truenos de tormenta. Lootah asomó la cabeza y entonces lo vio.
Había una cueva, y cerca de su entrada la hoguera cuya luz le había guiado en la oscuridad. Pero lo importante no era eso, lo importante era la enorme figura que había sentada junto a la hoguera. A su alrededor se podían ver lo que parecía su ¿comida? Entre los restos Lootah creyó distinguir las formas de goblins y tal vez humanos, “pobres desgraciados” pensó. ¿Estaría sólo o habría más como él? Lootah estaba lo bastante cerca como para escucharle masticar ¿se estaba comiendo a los posibles prisioneros o eran los muertos en la batalla cuyos restos habían encontrado durante el camino? Además observó un pesado tronco que tal vez la bestia podría usar para defenderse. Sin duda debía registrar la cueva por si estaban ahí dentro, el problema era hacerlo, no había forma de colarse.


Decidió esperar un poco para intentar confirmar si había más enemigos en el campamento. Al cabo de un rato la figura se tumbó. Lootah esperó hasta que escuchó claramente como respiraba profundamente. “Parece estar sólo, ahora o nunca” pensó, salió en silencio entre los arbustos, con el hacha sujeta con ambas manos “un solo golpe” se repetía, “un solo golpe y se habrá terminado”. A medida que se acercaba observaba el enorme tamaño de su enemigo, ¿cuánto mediría de alto?, ¿4 o 5 metros? Lo observó, era realmente grande, pero tenía proporcionalmente una cabeza pequeña con un cuerno. Unos grandes y amenazadores dientes sobresalían en su boca. Además iba casi desnudo, con la excepción de unas extrañas pieles que cubrían parte de su torso. Lootah ya casi estaba, le faltaban un par de pasos. Entonces se detuvo, le pareció ver un arbusto moverse por el rabillo del ojo, a su izquierda, “sólo es mi imaginación, son los nervios” pensó. Dio un paso más, solo le faltaba otro para poder cortarle la cabeza con un golpe certero. Otro paso más, levantó el hacha con decisión y en el momento justo…
Unas rocas se desprendieron, Lootah se quedó congelado, el gigante abrió los ojos y al ver a un tauren con un hacha sobre su cabeza reaccionó. Realizó un rápido movimiento de su gran brazo golpeando a Lootah y lanzándolo varios metros. Cuando logró incorporarse el gigante ya estaba en pie y sosteniendo el pesado tronco con una de sus manos. Lootah escupió sangre y vio que el hacha había caído unos metros a su derecha. El enemigo cargó contra él, lo esperó, y en el momento justo en que soltaba un golpe demoledor con el tronco rodó a la derecha para esquivarlo. Cogió rápidamente el hacha y mientras el gigante levantaba lentamente el tronco y se giraba vio su oportunidad y descargó un golpe por detrás de la rodilla con todas sus fuerzas. La criatura soltó un ensordecedor bramido de dolor y dobló la pierna en la que Lootah había clavado su hacha. Lootah intentó retirar el hacha pero no fue capaz. El gigante lanzó un brazo hacía atrás, él intentó cubrirse con el brazo pero aún así fue lanzado nuevamente por los aires cayendo sobre su espalda.


Lootah estaba en el suelo medio inconsciente, abrió los ojos y miro al cielo, no brillaban las estrellas esa noche. “Tengo el brazo roto y la boca me sabe a sangre” pensó “¿cuánto podre aguantar así?” y entonces un pensamiento pasó como un rayo por su cabeza “Kato está esperándome abajo. Después de esto sin duda el gigante registrará la montaña por si no he venido solo. Maldita sea, ¿por qué me dejé convencer? No debí dejarle venir” Entonces escuchó como el gigante se acercaba cojeando. Le miró, llevaba el hacha de su padre en la otra mano. “Bueno, supongo que hasta aquí he llegado, al menos tengo que llevármelo conmigo, así mantendré a Kato a salvo. ¡Espíritus de los antepasados! Por favor, os lo ruego, proteged a mi hermano, que pueda volver sano y salvo a casa” Lootah se incorporó, su brazo izquierdo colgaba inerte. Estaba al lado de la hoguera, asique cogió un gran trozo de madera a modo de antorcha “tengo que llevarlo hasta el borde, y hacerlo caer de alguna manera”. El gigante siguió avanzando, Lootah intentó mantenerlo a raya con el fuego. Entonces algo sucedió, se escuchó un sonido a vidrio rompiéndose, el gigante dudó y se giró.
- ¡Ahora hermano! – grito Kato con todas sus fuerzas.
Lootah comprendió, y arrojó la antorcha a la espalda de la bestia, en un instante se cubrió de llamas de color azulado. Lanzó un horrible grito de dolor.
- ¡Kato! ¡Vete de aquí! ¡Es peligroso! – grito Lootah.
- ¡No voy a dejarte sólo!
El gigante comenzó a moverse furiosamente y sin control arrojando las armas en un intento de quitarse las pieles que ardían. Lootah vio su oportunidad y corrió hacia el hacha que había caído al suelo, pero apenas tenía fuerzas para levantarla con un solo brazo. “Maldita sea” pensó. Entonces se giró, su hermano estaba atrapado entre una gran roca y la bestia. Todo sucedió en un instante, el gigante en sus intentos por librarse del fuego movía los brazos en todas direcciones. Kato vio como uno de los enormes brazos del gigante, anchos como troncos, se dirigió hacia él, se cubrió de forma instintiva. Por un momento vio una figura entre él y el gigante, sólo estuvo ahí un momento. A Kato le pareció ver una sonrisa por un instante, justo antes de desaparecer.
- ¡Hermano! –grito Kato.
Finalmente el gigante logró quitarse las pieles que ardían, y entonces se fijo en el pequeño Kato, lleno de odio y rabia intentó agarrarlo, quería despedazarlo con sus propias manos. Kato se puso de espaldas contra la roca, no podía escapar. En su mente sólo un pensamiento “No quiero morir…no quiero morir… ¡No quiero morir!”


Kato abrió los ojos, era de día, un día oscuro. Llovía y el agua le golpeaba con furia en la cara. Estaba tendido boca arriba con el cuerpo entumecido y la cabeza dándole vueltas. Empezó a intentar moverse lentamente, “casi no siento los piernas” pensó. Intentó mover los dedos de las manos, y entonces sintió un agudo dolor al intentar flexionar la mano derecha giró lentamente la cabeza y vio una extraña herida en la palma de la mano. Pero además de eso vio otra cosa, una enorme mole tumbada unos metros a su derecha, y entonces recordó lo que había sucedido. “Hermano, ¿Dónde está mi hermano?”. Se giró y comenzó a arrastrarse lentamente por el barro rodeando a la gran criatura. Al moverse pudo ver mejor lo que había sucedido, el gigante tenía un hacha enorme clavada en el cráneo y apoyado en el mango del hacha, estaba su hermano inmóvil. Kato se incorporó no sin esfuerzo y se dirigió hacia él.

- ¡Hermano, hermano! ¡Despierta!
Pero su hermano no se movió ni respondió a la llamada.

Sus lágrimas se confundieron con la lluvia. Sus gritos de dolor se ahogaron entre los truenos. Y permaneció ahí, junto el cuerpo del hermano que le había protegido, ¿Por cuánto tiempo estuvo así? Para Kato fue toda una vida.
La tormenta arreciaba, por eso no escucho como alguien se acercaba lentamente.
- Disculpa, ¿te importaría apartarte de ese cadáver?
Kato levantó la vista, y vio a un humano vestido con una larga toga negra, tenía una piel muy pálida y unos ojos negros y hundidos en un rostro adusto. El humano sonrió.
- Si si, tu joven tauren, ¿podrías hacer el favor de hacerte a un lado? no creo que tengas ganas de cruzarte de mi camino.
Kato abrazó el cuerpo inerte de su hermano.
- No tengo tiempo para tonterías – añadió el humano en tono serio. De repente comenzó a mover las manos y una extraña luz surgió de ellas mientras decía algo incomprensible en voz baja. Entonces a su lado apareció una extraña criatura, era enorme, de piel oscura con una especie de púas que le sobresalían por su espalda, y un hacha enorme en una de sus manos.
- Aparta a ese insecto y coge el cuerpo del tauren muerto, lo necesito.

La criatura avanzó decidida hacia Kato, este se abrazó con todas sus fuerzas al cuerpo de su hermano pero no fue suficiente, el demonio lo separó con fuerza y lo lanzó hacia un lado como si fuese un saco. Cuando Kato se levantaba vio como había cogido el cuerpo de su hermano y se lo había cargado al hombro. “¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?” pensaba. En ese instante algo sucedió, como si el tiempo se parase, todo se detuvo, y en su mente escuchó una voz…poderosa y profunda.
- ¿Por qué me has llamado?
- ¿Qué? ¿Cómo que te he llamado? ¿Quién eres?- Respondió Kato en su mente.
- Me has llamado, ¿necesitas mi ayuda?
- ¿Ayuda? ¡Si si! ¡Necesito que me ayudes a proteger a mi hermano!
- Mmm…. ¿conoces el precio que hay que pagar?
- ¡Eso ahora no importa! ¡Pagaré cualquier precio! ¿quieres mi vida? ¡Tómala! ¡Pero protege a mi hermano!
- De acuerdo…te diré como debes hacer…

El tiempo volvió a caminar, el demonio caminaba hacia su señor, pero ahora Kato sabía que debía hacer. Se levantó, comenzó a mover sus manos y sintió el poder en ellas, pronunció unas palabras que no comprendía y entonces sucedió. El suelo comenzó a temblar bajo sus pies, el humano miro sorprendido al joven tauren, entonces las rocas comenzaron a moverse y se unieron formando una figura imponente, en el lugar donde estaría el rostro dos ojos luminosos se abrieron.
- No puede ser… - Dijo el humano.
- ¡Mi hermano! ¡Trae de vuelta a mi hermano! - gritó Kato.
El elemental de tierra cargó contra el demonio, este dejo caer el cuerpo de Lootah y encaró al elemental. El demonio descargó su hacha contra el elemental y se clavó en la roca, este respondió con un tremendo puñetazo en el rostro del demonio.
- ¡No tengo tiempo para juegos! - Gritó el humano. Comenzó a mover sus manos y a lanzar hechizos contra el elemental. Este ante el ataque doble comenzó a flaquear.
- ¡No! ¡no! – gritó Kato. El elemental se revolvía ante tantos ataques devolviendo los que podía al demonio, pero finalmente las rocas se derrumbaron sobre el suelo inhertes.
- Impresionante… - dijo el humano- no sé que es más difícil, ver a alguien tan joven con esa habilidad o que hayas sido capaz de despertarla en un momento como este. En cualquier caso, acabas de firmar tu sentencia de muerte. No puedo dejarte suelto por ahí, podrías ser un problema en el futuro. – El humano se giró y dijo a su demonio – Ya sabes que hacer.

El demonio avanzó. Kato estaba arrodillado en el suelo “porqué…porqué soy tan débil, no he podido ayudar a mi hermano…no he podido proteger a mi hermano…” entonces se miró la mano derecha, estaba cubierta de barro y sangre. Apretó el puño tanto como pudo, tanto que la herida se volvió a abrir y comenzó a gotear sangre al suelo. El dolor, la impotencia, un huracán de emociones recorrían su mente y en un instante se transformaron en una sola cosa, ira. Se incorporó y levantó la mano herida al cielo rugiente. Los rayos respondieron a la llamada, comenzaron a concentrarse sobre Kato. Uno enorme se desprendió de las nubes y alcanzó la mano de Kato, entonces este bajo el brazo con toda su furia y el rayo se abalanzó sobre el demonio que fue alcanzado en el pecho. Este salió despedido hacia atrás y cayó en el suelo, estaba fuera de combate. En el mismo instante en que el humano se giraba para ver a su demonio derrotado Kato ya se estaba preparando para el siguiente golpe, esta vez de sus manos brotó una enorme bola de magma que fue directa a su objetivo. El humano fue capaz de evitar un impacto directo en el pecho, pero le dio de refilón en el hombro derecho. Aún así fue suficiente para derribarlo y obligarle a lanzar un grito de dolor.
Kato estaba exhausto, apenas podía mantenerse en pie. El humano se levantó, su toga estaba quemada en el hombro derecho y podía verse su piel ennegrecida, de la manga caía un hilo de sangre. Su rostro reflejaba una mezcla de ira y dolor.

- Maldito, me has cogido con la guardia baja, no pensé que fueses capaz de hacer algo así. –Miró hacía el camino – Se me ha terminado el tiempo, pero esto no quedará así joven tauren.
El humano se retiró y desapareció. Al irse, toda la tensión que mantenía a Kato desapareció, se desplomó inconsciente.
Cuando Kato abrió los ojos descubrió que estaba en el interior de una tienda de campaña. Reconoció el olor de las hierbas y ungüentos curativos que cubrían las vendas en las que estaba envuelto casi por completo. Intentó incorporarse.
- No te muevas, tienes que descansar.
Kato se giro y vio a su padre sentado a su lado.
- Padre…
- No digas nada, sólo descansa – Mahkah posó su mano sobre la frente de su hijo – Sólo descansa.
Cuando volvió a despertar se sentía algo mejor. Esta vez estaba sólo, logro levantarse de la cama no sin dolor y esfuerzo. Salió de la tienda, todos los que le vieron salir le miraron y permanecieron en silencio. Kato ni se dio cuenta, sólo tenía un objetivo en mente. Camino hasta salir del campamento y se dirigió hacia una colina cercana. En la cima había muchos túmulos, en uno de ellos había un gran collar de flor de paz. Kato miro para su mano derecha que estaba vendada. Se quito las vendas y vio una cicatriz en la palma de su mano “no fue un sueño”. Primero rompió a llorar, y cuando no pudo llorar más permaneció allí, en silencio. Al atardecer apareció su padre.

- ¿Cómo te llamas? – dijo a unos pasos de su hijo.
Kato observo una vez más su mano.
- Mi nombre… es Tewanim.
Mahkah se acercó y paso un brazo por la espalda de su hijo.
- Volvamos a casa, Tewanim.

Tewanim
 
Mensajes: 1
Registrado: Viernes, 08 Abril 2011, 19:34
Género: No especificado

Re: Una Historia De Mulgore

NotaAutor: Bechoman » Sábado, 07 Mayo 2011, 16:09

Que potito tew ^^

Nos vemos por Tol ^^ , y si ves a Laerinias, dile que deje a los alis, que le va a salir alergia xD

Imagen
Imagen

Tengo que buscar vicio que no vicie mucho :blink1:
Avatar de Usuario
Bechoman
 
Mensajes: 7
Registrado: Jueves, 25 Mayo 2006, 15:46
Ubicación: Coruña City
Género: Hombre


Volver a La Taberna

¿Quién está conectado?

Usuarios registrados: Bing [Bot]