Ariadim Wrote:No hay canto que no necesite voz y no hay voz que pueda vivir sin cantar.
El dibujo es chulísimo y esta frase es preciosaaaaaa….
Que bonito
¿Puedo jugar? ¿Escribimos a dos plumas?
Cuando los ecos de la explosión se fueron alejando, llevando la terrible noticia a todos los confines de Ancaria, un silencio sobrenatural se adueño del lugar. De pronto, una risa poderosa y sombría resonó en el valle… cortada por una tos rota, cargada de dolor y enfermedad.
A pesar de la tos y las sangrantes heridas, Torkan miraba en el cielo con satisfacción los restos de la Serafín. Vencerla había sido el mayor reto al que jamás se hubiera enfrentado. Había tenido que reunir a todos los aliados posibles, todos los recursos de La Inquisición y toda su fuerza, determinación y poder de persuasión.
Lo mas difícil había sido arrastrar a la corrupta institución de la que, aunque la desdeñara y considerara indigna, formaba parte, y convencerla del tremendo peligro que suponía La Matriarca. Solo el Gran Inquisidor tenía acceso a la poderosa magia de invocación que permitía llamar a los grandes señores de los demonios y controlarlos, y solo con su ayuda la victoria sería posible. Pero el sacerdote supremo únicamente tenía interés en disputarles las esclavas humanas a los nobles y ganar en el juego de poder que la inquisición jugaba con ellos desde hacía siglos. En los últimos tiempos, los Altos Inquisidores se habían ablandado y los dirigentes que surgían entre ellos ya no preservaban los antiguos ideales de la orden. Torkan tuvo que recurrir a la fuerza y amenazarlo de muerte para obligarlo mover el culo y realizar el antiguo y peligroso rito que, a pesar del temblor de la voz y las manos del viejo inquisidor, salió bien y puso un pequeño pero muy poderoso grupo de demonios a las órdenes del héroe.
Así, al frente de un ejército formado por los demonios, criaturas mutantes y los pocos inquisidores que consideró capaces de luchar dignamente, se enfrentó a la Matriarca, quien se había sobrepuesto a la apatía que dominaba desde hacía siglos a las Serafines y encontrado alguna arcana fuente de poder que la hacía casi invencible.
Por suerte, tal como Torkan había previsto, el resto de sus compañeras no se unió a la batalla y la valiente heroína tuvo que luchar sola. Gracias sean dadas a los Dioses, pues nunca tal poder se había concentrado en un solo ser. Su victoria parecía segura, barría a los mutantes como si fueran paja arrastrada por un huracán, y todo el poder conjugado de los inquisidores no conseguía hacer mella en su impenetrable escudo mientras los atacaba y hería con furia, sin compasión.
La inesperada baza de los demonios fue lo que cambió la marcha de la batalla. Ya nadie recordaba este arma de La Inquisición y aún menos su poder. Los demonios, escondidos hasta entonces, atacaron de pronto con su magia mas poderosa, la Confusión. La Serafín notó inesperadamente sus pensamientos erráticos, su concentración disminuida, su voluntad anulada. Sus poderes, que dependen de la rígida disciplina mental, disminuyeron rápidamente… y el desastre la alcanzó. Si hubiese tenido solo un momento para recuperarse, para poner orden en su cabeza… Pero esa gracia no le fue concedida, los Inquisidores tampoco tienen piedad.
Torkan pensaba todo esto mientras veía como el alma de la Serafín se disgregaba en una nube cada vez mas ténue cuando, de pronto, dos pequeñas pero brillantísimas luces se formaron en el cielo y cayeron a tierra como meteoritos, muy lejos de aquel lugar, lejos de su alcance.
Sonrió con una mezcla de amargura y regocijo. La historia aún no había terminado, pronto habría mas diversión para el en Ancaria. Notó como una desgarradora tos se formaba en lo profundo de su pecho y se preguntó una vez mas si sería capaz de resistir hasta entonces.
Continuará… ¿?