Autor: Emerald-Parallax » Sábado, 20 Octubre 2012, 19:22
Estabamos en la falda de una pequeña elevacion sobre el la ciudad. Segun nos comentaron, un poco mas arriba estaba el castillo, que fue destruido durante la gloriosa Guerra Civil y que actualmente estaba en ruinas pero se podia visitar. Mas o menos como el resto del pais. No me fije demasiado en el edificio en si en ese momento, no soy aficionado a la arquitectura. En lo que si me fije fue en los invitados, mas concretamente en las invitadas que iban sin pareja. Ahora que habia pasado el viaje del autobus que como Cenicienta, hasta medianoche no tenia que ocuparme de ello, estaba mas tranquilo. Hacia bastante calor, con lo que todo aquello que no era imprescindible para parecer elegante y sofisticada habia desaparecido. Empezaron a sacar aperitivos: Chupito de gazpacho de esparragos con brocheta de pepinillo y cebolleta. Creo que tome cuatro de esos. En mi defensa dire que tenia hambre y que los chupitos eran muy chupitos. Eran chupititos. Continuo la cosa con 3 cucharillas, de foie, membrillo y pistacho la primera, pulpo en vinagreta la segunda y cecina de León con denominacion de origen y perla de melon la tercera. Las cucharitas eran de cafe. La copa de vino ayudaba a ir pasando estas exquisitices que habian estado preparadas para una hora antes.
Es complicado comer e ir saludando a la gente, por no decir sobre tener conversaciones mas o menos naturales con aquellos con los que has perdido el contacto. Un ascensor ayudaria bastante.
Empezo a pasear un chupitito de espuma de martini rojo con su aceituna. He de decir que este aperitivo tenia trampra. Hasta donde yo se, las personas normales primero se comen la aceituna. Esto tiene su origen en los olivos de la epoca neolitica, cuando los recolectores de frutos se comian la aceituna y luego se iban de copas a la corriente de agua mas cercana. Claro que aquellos individuos no tenian que verselas con la mente distorsionada de un cocinero malevolo. Una vez comida la aceituna no habia forma de pasar la espuma a la boca si no era metiendo el dedo disimuladamente, o la lengua, aun mas disimuladamente.
En estas estaba cuando vi a un par de muchachas que debajo de aquellas cinco capas de maquillaje seguramente se podria decir que eran bonitas. Puede que hasta fueran jovenes. Al menos lo que habia a la vista lo era. Llevaban sendos vestidos distintos pero su diseñador habia tenido la misma intencion, que era precisamente que el ser humano ya habia desarrollado bastante la imaginacion en las ultimas decadas y que habia que facilitarle la labor para que no se cansara demasiado. Los vestidos eran basicamente un cono de tela que por arriba mostraba el final del esternon si no fuera por el desarrollo natural de la mujer y que por debajo, digamos que de no tener hecha la ingle brasileña se sabria. En aquellos momentos estaba mas preocupado en hacerme con una brocheta de salmon ahumado, queso fresco y tomate cherry con albahaca que de inciar una conversacion que pudiera desencadenar una serie de movimientos espasmodicos de indole sexual.
Cuatro o cinco platititos de entrantes despues mi prima me comunico que estabamos en la misma mesa junto con otra media docena de nombres. Me alegre de estar con ella y su marido, ya que a pesar de no tener demasiado contacto ha sido como una hermana mayor para mi. Lo peor que se puede decir de su marido, mi primo, es que es un hombre bueno. Me pido la esquina, ya que es el sitio donde menos te molestan a la hora de comer. Queriendo alejarme de la tentacion de vestido corto, me quedo junto a la puerta al oir lo de "pueden ir ustedes pasando" esperando a mis primos para no ser el primero en entrar. Cambio inmediatamente de idea y voy siguiendo a Vicente, que va donde va la gente, y terminamos todos al final de un pasillo delante de los servicios. El viaje no ha sido en vano y ya sabemos donde estan. Al llegar al otro lado del pasillo esta el comedor, pero con cierto desagrado observo que no podre sentarme en ninguna esquina: Todas las mesas son redondas. La nuestra, por casualidad o mala leche, esta en el centro mismo del salon, que es ese punto donde todos te pueden ver pero donde tu solo puedes ver una parte a no ser que estes moviendo el cuello todo el tiempo como un buho.
Cada servicio consta de 5 copas de cristal de diferente tamaño (vino tinto, vino blanco o rosado, agua, cava y licor), 3 tenedores y 3 cuchillos. El lavavajillas tiene que tener el tamaño de una habitacion. Sobre la mesa hay, ademas, una camara de fotos de un solo uso. Como si no tuvieramos bastante con las camaras digitales y los telefonos moviles. El truco para no salir en las fotos, aparte de ser un vampiro, es ser tu el que las sacas, de modo que tras intentar en vano no ser fotografiado por mi primo, consigo la maquinita amarilla. Casi me da algo. Uno no sabe cuanto esta acostumbrado a sacar fotos a traves de una pantalla hasta que no tiene que pegar la nariz contra un trozo de carton y mirar por un recuadro cortado en un carton sin ningun tipo de zoom. Gastamos el carrete entero en una batalla secreta de fotos y nos dedicamos a embutirnos los platos que nos iban trayendo.
Al coger el menu vimos que los aperitivos de la entrada eran la primera parte de la comida. Con horror comprobamos que quedaban 5 platos y el postre. El primero de ellos tenia trampa, ya que bajo el epigrafe de "entrante" venia: Cornete de salmon ahumado relleno de mousse de queso de cabra, pastel de bacalao con mahonesa de aceitunas negras, mousse de foie con frambuesa, virutas de jamon iberico de guijuelo y bouquet de ensalada de anchoas y ventresca de atun. El primer plato. Un plato. Lo primero en este tipo de celebraciones suele ser el relacionar el nombre con lo que hay en el plato. Y lo siguiente, ir comiendo mientras hablas y bebes, pero no al mismo tiempo ni en ese orden. Lo que en tu casa son los primeros platos de una semana en un banquete de boda es el entrante. Luego viene la merluza rellena de puerros y gambas, brocheta de langostino, dados de verdura y salsa de crustaceos. Si no estuviera sabroso ni intentarias comerte la mitad. Como entre bocado y bocado estas entretenido apartando a un lado los dados de pimiento verde y rojo, para cuando te das cuenta ya estas rebañando el plato.
En lugar de dejar los vinos sobre la mesa y que cada uno se sirva cuando quiera, una de las labores del ejercito de camareros que se mueven por el salon como si fueran hormigas es ir rellenandote las copas de bedida a medida que te las vas bebiendo, con lo que tienes que automoderarte en la ingesta de bebidas si no quieres andar a cuatro patas antes de llegar al postre. La ingente cantidad de comida ayuda a diluir los efectos del vino, en cierta medida.
Es la hora del sorbete limon o frambuesa al cava, lo que es una buena noticia para los ya dilatados estomagos que reciben el sorbete como una tregua. Por contra, ayudar al vino con cava a aumentar el alcohol en sangre no es adecuado, aunque cuando pasa el camarero con una jarra ofreciendo mas le alargas la copa vacia. Ambos sorbetes estan ricos.
No se quien invento el entretenimiento de dejarles las camaras digitales, reflex y de un solo uso a los crios para que no molestaran a los padres y si lo hicieran al resto de invitados. De este modo, esquivando a los camareros una plaga de seres pequeños iban cargados con maquinas fotograficas cargadas sacando fotos a diestro y siniestro. El lema de los fabricantes no deberia ser "tan faciles de usar que hasta un niño puede hacerlo" si no "un niño puede usarla, ¿podra usted?".
Y llega por fin el ultimo plato, el lechazo asado en su salsa con ensalada verde. Hay ciertas cosas que hay que hacer por obligacion: Si vas a la luna, hay que coger una piedra, si vas al cañon del Colorado o a cualquier otro sitio algo, orinar si no te ve nadie para ver el arco que hace el chorrito (unos metros mas abajo el chorrito se desfragmenta en gotas) o si no puede ser, escupir, moverte por toda la sala de la Gioconda para comprobar si te siguen sus ojos... La Gioconda no se, pero que los guardias de seguridad no te quitan ojo de encima, seguro. En fin, que ya llegados a este punto hay que meterse como sea el lechazo. La ensalada verde puede esperar a mejor ocasion. Pides a la camarera un trocito pequeño y otro panecito, ya que el otro te lo has terminado. Bueno, aun estoy esperando el panecito.
Tras haber mandado al garete los dos ultimos meses de dieta en, veamos la hora, casi cuatro horas de comida, es la hora del postre. Ni siquiera la docena de gritos de "vivan los novios", la veintena de "que se besen" y los incontables "ahora los padrinos" pueden impedir que la tarta nupcial llegue delante de la mesa de los novios. Una nube de invitados se levanta y se desata una tormenta de flashes queriendo inmortalizar el momento desde todos los angulos posibles. Los padres arrebatan las camaras a sus hijos y van corriendo a codearse con el resto de los padres e invitados en busca de un espacio. Al estar en medio del salon, hacemos un rapido casting de culos. Las de los vestidos cortos no se han levantado. Mejor. Tras aquello de la espada y demas, te pegan el cambiazo y en lugar de una tarta redonda como la que han cortado te traen un trozo de una tarta cuadrada. La esquina. Tarta de hojaldre y crema con helado de leche merengada y chocolate caliente. Otro mes de dieta por el desague. Pides racion doble de chocolate y el camarero te pregunta si eres goloso. Como estas en la version educada le respondes con un entusiasta "mucho" que hace que tu estomago se plantee declararse en huelga. Si no estuvieras en plan social le habrias respondido que no, que no eres nada goloso, que tienes un problema con las drogas y que solo el chocolate te impide sacar la parafernalia del estuche y chutarte alli mismo.
Llegan las copas, los cafes y los regalos para los invitados, trufas para ellas y puros y boligrafos para nosotros. Curiosamente, dos objetos de forma falica. Al rato una amable camarera nos invita educadamente a levantar nuestros culos de la silla y a dirigirnos al palacio de congresos, que se encuentra en el mismo recinto que el hotel, pero unos 100 metros mas alla. Preferirias ir a tumbarte a echar la siesta a la sombra de uno de los muchos arboles que hay por alli, preferiblemente sin vomitar. En el camino reinicias algunas conversaciones con otros invitados que o han ingerido mas alcohol o su grado de tolerancia es menor que el tuyo. Entre esos invitados hay invitadas, que no son las de los vestidos cortos. Buscas un rincon solitario y fresco para tomarte cinco minutos de descanso y hacer un repaso del estado fisico en el que estas. La comida parece que sigue su curso natural, a pesar del vino, del cava y de la copa no tienes problema ni para mantener el equilibrio ni para aguantar las ganas de orinar hasta llegar al baño en lugar de ponerte contra cualquier arbusto. El calor sigue siendo sofocante pero una ligera brisa a aquella altura ayuda a tomarte un respiro. Llega la hora de la fiesta.
(Continuara)
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Emerald-Parallax el Jueves, 25 Octubre 2012, 18:27, editado 1 vez en total